ibero by jorge daza

autor:jorge daza
La lengua: spa
Format: epub
Tags: LXL Editorial, Jorge DAza, Ibero
editor: LXL Editorial
publicado: 2018-12-15T00:00:00+00:00

12

Reencuentro

Retrocedí un par de pasos. No me lo podía creer. Sus gestos eran idénticos, su voz muy parecida, pero no podía ser ella. La razón por la cual fui a la montaña. Emprendí el viaje para venir a buscarla, pero… no supe cómo reaccionar. Tenía intención de interrogarla, de preguntarle por qué me dejó, por qué se fue. Luego tenía claro que iba a rogarle, a suplicarle que volviera, a ponerme de rodillas y pedirle perdón por lo que pudiera haber hecho mal y provocara su marcha. Y, sin embargo, lo único que hice fue alejarme de ella un par de pasos y observarla en silencio.

Hacía poco que ya no estaba en mi mente, que había quedado relegada a un segundo e ignorado plano, que ya no estaba yo allí por ella, sino por Sofía. Y me hizo falta estar delante de Diana para comprender todo aquello.

—Hola, Nihil.

Comprender que ya no estaba enamorado de ella.

—Hola, Diana.

—Me alegro de verte, aunque estás muy cambiado. —Se rio sutilmente.

—Tú… también.

—Nunca te lo hubiera dicho, espero que me comprendas.

—¿El qué?

—Que soy una eban, que puedo transformarme en felino y que tengo que proteger la esfera donde viven…

Alcé la mano para silenciarla.

—Descuida, lo entiendo. Tenías miedo de que te tomara por una loca y me burlase de ti. —Ella asintió, no sin rubor—. Y, si te soy sincero, tenías razón. Jamás te habría creído. Incluso ahora estoy metido en este lío y me cuesta creerlo.

Su expresión cambió bruscamente de la inocencia y vergüenza pueril a la enérgica reprimenda de una hermana mayor.

—¿A qué diantres has venido? ¿Y por qué te has aliado con los chuchos?

—Oye, un respeto, que son lobos.

—Me da igual, todos los alceos son canes, se mire por donde se mire. ¡¿Pero eres idiota?! ¡Te has metido en un buen lío!

—¡Lo sé, soy consciente de ello! Pero ¿qué quieres que le haga? Vine buscándote a ti y me topé con este problema.

—¿Viniste a buscarme?

—Pues claro, te largaste sin decirme nada. Bueno, sí, que lo dejábamos. Pero sin explicaciones y ni siquiera un triste adiós.

—Hubiera sido difícil decirte adiós.

—Pues era lo que debías haber hecho. Si al menos te hubieras despedido no estaría aquí ahora mismo.

—¿Quieres decir que te has metido en todo este lío por mi culpa?

—¡Sí! Quiero decir, no. Dios. —Me alejé un poco más para despejarme la cabeza, aclarar mis ideas. Luego proseguí—: Llegué al pueblo de los alceos por equivocación. Buscaba tu pueblo y me perdí. —Me pareció oír una risa contenida de Diana—. Luego… Gonzalo me contó lo que pasaba. No lo creí, evidentemente. Pero se transformó y no me quedó más remedio que hacerlo.

—Gonzalo está desesperado. Sabe que va a perder.

—Al menos mantiene la esperanza de poder darle la vuelta a la situación.

—Se agarra a cualquier clavo ardiendo con tal de no aceptar el destino.

—¿Cuál destino? ¿El suyo?

—El suyo y el de su hijo.

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